Llegué a casa, Fran estaba en la ducha, sobre la cama mi collar, esa era la señal y yo sabía que debía hacer. Me vestí para la ocasión, medias de rejilla negras, tacones y un tanga de encaje, así le gustaba a mi señor que vistiese su perra. Lo esperé de rodillas sobre la alfombra con el collar entre mis manos.
Cuando Fran salió del baño y se dirigió al dormitorio se puso de pie ante mí, bajé mi cabeza ante sus pies, me puso el collar...
-Ahora eres mi perra... me dijo.
-Soy tuya mi amo.
Enganchó una cadena a mi collar y me paseó por la habitación, estaba muy excitada y él lo sabía. Se puso detrás de mí, tirando del collar besó mis labios, mientras pellizcaba mis pezones que estaban totalmente erectos, mi piel se erizaba al momento, mis gemidos comenzaban a escucharse... mi entrepierna se empezaba a humedecer. Fran seguía besándome mientras me penetraba con sus dedos, le gustaba sentir mi humedad.
-Estás empapada como una perra en celo, me susurraba al oído.
Fran se puso de pie frente a mí, tirando del collar, penetró mi boca, como me gustaba sentir toda su hombría llenando mi boca, vibrando... mi amo gimiendo de placer ante mí mientras bofeteaba mi cara. Sacó su pene de mi boca, se acercó a mi oído.
-Date la vuelta perra, ponte a cuatro.
-Sí mi amo.
Fran me cogió de las caderas, rompió mi tanga y comenzó a embestirme, a follarme duro, agarró el collar y tiraba hacia atrás. Mi cuerpo se abandonaba a la pasión, cuando estaba a punto de llegar al orgasmo Fran me susurró al oído...
-Todavía no perra.
Aguantaba el orgasmo hasta que él me daba la orden, mi cuerpo estaba encendido.
-Ahora perra, me ordenó Fran. Toda la lujuria contenida en nuestros cuerpos estallaba dejándonos exhaustos, cuando él me dio la orden entregué mi alma al placer.
Psique©
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